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Los perros si hablan, pero sólo con aquellos que saben cómo escuchar.
- Orhan Pamuk-

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La vida es como una rosa: cada pétalo es un sueño y cada espina es una realidad.
– Alfred de Musset –

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La luna esta llena de miradas que se perdieron en ella buscando una respuesta.

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Paréntesis del 8 de marzo todavía abierto

Paréntesis del 8 de marzo todavía abierto

¡Que lejos y que cerca queda en el tiempo aquel 8 de marzo de 2020! Por una parte parece como si hubiera pasado una eternidad y por otra, muchos sentimos que nuestra vida se paró de golpe e hizo un gran paréntesis que no sabemos cuando o si alguna vez se cerrará.

Aquel 8 de marzo, recuerdo que mientras se preparaba la manifestación feminista yo jugaba un partido de pádel, también recibí por WhatsApp una foto de una despedida de soltera en Mallorca con un espectacular paisaje en la que la novia y sus dos hermanas tiraban un yop chagui en un alarde de desafiar el equilibrio en un desfiladero. La boda debía celebrarse el 25 de abril, finalmente se celebró en septiembre, eclipsada por la distancia social y las mascarillas.

Nunca pensé que fuera buena idea acudir a la manifestación. Las noticias que llegaban de Italia no invitaban a realizar reuniones masivas, pero desgraciadamente pudo más el deseo de reivindicar la lucha feminista con lemas tan poco acertados como “El machismo mata más que el coronavirus” que la lógica y una mirada al pasado: Filadelfia 1918. No se sabe, o no se ha publicado, cuál fue el efecto de esta manifestación, pero si es conocido que conocidos políticos resultaron infectados.

A partir de ahí la sucesión de cifras de contagiados, hospitalizados y fallecidos al alza fue la tónica. Poco a poco se fueron cerrando colegios, actividades deportivas, campeonatos... Finalmente, el 14 de marzo se declaró el estado de alarma.

Los mensajes positivos del tipo “juntos saldremos más fuertes” se sucedían. Todos los días recibíamos el parte por parte del gobierno, salíamos a nuestros balcones a aplaudir a los sanitarios, descubrimos las videoconferencias, la repostería internacional y nuestras habilidades para realizar manualidades o trabajar desde casa mientras cuidábamos a nuestros hijos.

En mi opinión se trató de dar un mensaje edulcorado, no diría engañando, pero si tratando de evitar mostrar la crudeza de la situación. Las noticias nos mostraban hospitales saturados, falta de material, pero a continuación aparecían las imágenes amables de policías o bomberos felicitando a niños, vecinos dando conciertos desde sus ventanas, vecinos aplaudiendo a las 8 y cantando Resistiré.

En realidad creo que de alguna forma se trató de proteger a la población. No creo que fuera buena idea. Es cierto que el confinamiento afectó psicológicamente a muchas personas, pero la realidad es que si el ser humano fuera tan frágil como para no soportar un confinamiento la especie humana ya se habría extinguido. La consecuencia de esa sobre protección es que una gran parte de la población se comportó como si “papa estado” le tuviera que decir que puede y no puede hacerse, sin tomar la responsabilidad activa de luchar contra la pandemia.

Cuando a partir del 2 de mayo por fin se pudo salir durante un breve espacio a hacer deporte y sacar a los niños a pasear fue gratificante verlos por las calles. Una esperanzadora “nueva normalidad” se acercaba. Poco a poco fuimos recuperando nuestro espacio, nuestras calles y nuestras reuniones familiares o con amigos, eso si, bajo el control de “papá estado” que seguía tutelando nuestros pasos.  

Lamentablemente los eslóganes que se habían repetido durante semanas: “Juntos saldremos más fuertes” “Este virus lo paramos unidos” se quedaron solo en eso. La “nueva normalidad” trajo unas muestras de egoísmo e irresponsabilidad que nunca hubiera imaginado. Quedaron olvidados los aplausos a los sanitarios, la falta de respiradores, los ancianos fallecidos en soledad sin ni siquiera la mínima opción de tratamiento. Lo más importante resultó ser la vida social, las reuniones familiares y con amigos, las fiestas. La sensación es que después de todo lo que se ha vivido la humanidad no se ha enterado de nada. Me pregunto cuántos muertos serán necesarios, cuantas familias se tendrán que romper, cuánto se tendrá que hundir nuestra economía para que de una vez todos dejemos de comportarnos como niños y tomemos una parte activa en la contención de la pandemia. En realidad creo que es muy sencillo pararla si empezamos a preocuparnos más por proteger y cuidar al resto que por nuestros intereses y caprichos.

¿Hasta cuando el paréntesis del día 8 de marzo? Por desgracia para muchos nunca se cerrará y como sociedad quizá deberíamos sentirnos un poco culpables por no haber hecho individualmente lo suficiente para evitar todas esas vidas truncadas.